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El placer de pensar y el ajedrez
Enviado en: 20-12-2017

Por Javier Vargas Pereira

Según el sabio Siddharta Gautama, más conocido como Buda, “todo lo que somos es el resultado de nuestros pensamientos. La mente es todo. Lo que pensamos es lo que llegamos a ser.” El ajedrez es un juego de pensar que ejercita todas las facultades del intelecto. Si algo caracteriza a los ajedrecistas es su disposición a pensar cuidadosa y  detalladamente cada decisión. El juego ciencia obliga a conocer, abstraer y distinguir determinadas características de una posición y a descartar otras. Los factores abstraídos resultan de la selección de los datos esenciales que sirven para lograr ciertas metas mediante juicios. Todo juicio, en tanto que unidad sintética del  conocimiento, es una aserción referente a un propósito. El filósofo Emanuel Kant estimó que mientras el raciocinio puede enriquecerse mediante el estudio de conceptos, reglas e ideas, la capacidad de formular juicios es un don innato que no se puede improvisar.

En el pensar ajedrecístico están implícitos el cálculo, el análisis y la síntesis. Una de sus características es la posibilidad de reducir la dificultad de los problemas, es decir, simplificarlos. Esto habitúa la mente a convertir lo complejo en algo sencillo y fácil de resolver. De ahí su valor como modelo para iluminar lo brumoso, superar los retos que plantea el adversario y tomar decisiones acertadas. El poeta mexicano Octavio Paz, en uno de sus poemas dice: “El pensamiento es una espada/ que ilumina o destruye.”

El español Miguel de Unamuno sostenía: “Pensamos para vivir, la forma de nuestro pensamiento responde a la de nuestra vida.” Cuando el jugador de ajedrez piensa, lo hace ocupándose de uno o varios objetivos a la vez. Tener objetivos es fijar en la conciencia el deseo de alcanzarlos. Esto implica un firme propósito y mucha fuerza de voluntad. La intensidad del esfuerzo mental resulta de la tensión producida por la oposición entre el fin perseguido y los medios para alcanzarlo. El primer campeón mundial de ajedrez, Wilhelm Steinitz, dijo: “el público en general apenas se hace idea de que la tensión mental requerida para el fuerte ajedrez de competición exige a los jugadores un rendimiento corporal en mayor medida que los ejercicios atléticos más duros.”

El pensamiento es una forma superior de representación de la realidad, un medio de cognición del mundo mediante procesos psíquicos que operan en el cerebro. El ajedrez prueba que sus límites son insondables. Los triunfadores, tanto en el juego ciencia como en la vida, piensan por sí mismos, crean, innovan y buscan siempre lo mejor. El escritor inglés James Allen (1877- 1947) dijo: “Lo bueno y lo malo no está en la circunstancia, sino en la mente del hombre que la enfrenta.”

El pensamiento del ajedrecista se habitúa a no detenerse ante nada, pugna por imponerse, conoce sus límites, está consciente de sus posibilidades y emplea todo su potencial creativo. La riqueza y profundidad de las ideas determina la fuerza de juego. En la medida que aumenta el grado de maestría, esto es, de dominio y aplicación de los conocimientos adquiridos y eleva su nivel intelectual. Todo ajedrecista aprende a encontrar soluciones en las profundidades del juego. El concepto de profundidad alude a las jugadas y combinaciones que están en el horizonte lejano de la partida. A más lejanía, mayor dificultad y más deseo de perfección, y a más perfección, más belleza. El filósofo Federico Nietzche dijo: “El que encienda su linterna para encontrar la perfección, que se atenga a este signo definitivo: los hombres perfectos son los que actúan siempre impulsados por lo mejor y tienden siempre a lo bello.”

El valor excepcional de la enseñanza del ajedrez a los niños reside en que fortalece su carácter, modela su personalidad y optimiza sus facultades intelectivas. Estas facultades son innatas, pero hay que cultivarlas y, para ello, uno de los mejores recursos es el juego ciencia, puesto que se educan mediante la diversión. Según el libro, Educando desde el ajedrez, de Ferrán García Garrido, “Si quisiéramos intentar una definición del ajedrez o más concretamente de la partida, podríamos decir que es una lucha dialéctica, espejo fiel de la lucha en la vida, en la que cada uno de los bandos contendientes dispone de un conjunto de unidades dinámicas espacio- tiempo con las que intentará imponerse a su rival. Bajo esta perspectiva, la victoria, objetivo de la lucha, cabe entenderla como la imposición, mediante argumentación lógica, de un concepto de estrategia superior.”

El pensamiento creador es aplicable tanto en el tablero como en la vida. Para formar mentes abiertas, críticas, imaginativas y creadoras es necesario desarrollar aptitudes como: buena memoria, capacidad de cálculo, capacidad de análisis y de síntesis, concentración mental, visión a profundidad, ingenio, comprensión, perspicacia, intuición, autocontrol, fuerza de voluntad, inventiva, autoestima, prudencia, capacidad de abstracción, habilidad para combinar, razonamiento lógico, manejo de las emociones, disciplina, objetividad, capacidad de anticipación, criterio, originalidad, determinación, sentido común, persistencia, etcétera, aptitudes todas inherentes al ajedrez. De ahí que su práctica no sólo es una sana diversión, sino también una motivación para pensar y, con ello, optimizar los niveles de rendimiento escolar y de superación personal mediante el estudio. El gran maestro ruso Mijail Botvinnik (1911- 1995) dijo: “El mayor placer es cuando uno siente que está pensando y esto con lo que mejor se logra es con el ajedrez. También el ex campeón mundial, Tigran Petrosián (1929- 1984) sostenía: “El ajedrez es un juego por su forma, un arte por su contenido y una ciencia por su dificultad. Pero si usted aprende a jugar bien, sentirá entonces una gran alegría.” Es más, el cuarto campeón mundial, Alexander Alekhine (1892- 1946), reconoció: “Mediante el ajedrez yo eduqué mi carácter. Ante todo me enseñó a ser objetivo. Con el ajedrez te puedes convertir en un Gran Maestro, pero sólo tomando conciencia de los errores y las dificultades, lo que es completamente valedero para la vida.” De eso se trata.


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