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Poema de Ajedrez de Abraham Ibn Ezra
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Poema de Ajedrez de Abraham Ibn Ezra
Enviado en: 22-12-2020


Es momento de analizar las reglas fundamentales del juego que se derivan del poema (cuyos 76 versos se distribuyen en 38 pares de rimas masculinas), siguiendo el esquema métrico ha-merubbé:


Voy a cantar un poema sobre una batalla en regla,
antigua, desde tiempos remotos consagrada,
que gente inteligente y entendida organizó,
instituyóla sobre ocho hileras.
Hilera tras hilera, en todas hay grabadas
sobre una tabla ocho divisiones;
son las hileras cuadros taraceados,
donde las tropas se mantienen apiñadas.
Con sus mesnadas unos reyes se sitúan
dispuestos a batallar, y hay espacio entre ellos dos.
Los rostros de todos para luchar están prestos,
continuamente están o saliendo o acampando.
En su lucha no desenvainan espadas,
pues su guerra es un asunto de ingenio.
Se les distingue por símbolos y enseñas
en sus cuerpos inscritas y talladas,

y quien los viera agitarse
creería que se trata de idumeos y cusitas.
Cuando los cusitas al combate lanzan sus manos
salen los idumeos a por ellos.


El rey (mélej) se mueve de casilla en casilla, en cualquier sentido:
El rey camina por sus [casillas] contiguas
en todos los sentidos; a sus siervos ayuda,
cauto se muestra en su reposo o en su salida
a luchar, y también en el lugar de su acampada.
Si su enemigo terriblemente contra él sube
y le amenaza, huye entonces de su territorio.

Los infantes son los primeros que salen
a la guerra, siguiendo un camino recto;
es la regla del infante que camine frente a sí
y para capturar a su enemigo se desvíe;
pero al caminar no torcerá su marcha
ni volverá atrás sobre sus pasos.

Si se aleja y emigra de su territorio
y hasta la octava fila se allega,
a todos los frentes cual general puede volverse
y es su forma de luchar a la suya equiparada.

El general puede desviar sus pasos
y movimientos a sus cuatro esquinas;
y si quiere puede dar al principio,
en cualquier sentido, un salto triple por la senda.

El elefante al combate va acercándose
se sitúa como emboscado por el flanco;
cual la del general es su marcha, pero tiene
la ventaja de que es triple.


El caballo en el combate es muy ligero de patas
y camina por sendero tortuoso,
sinuosos sus caminos y con cuestas;
por tres casillas se extienden sus dominios.


El roque marcha recto en su camino
a lo largo y ancho del campo;
rutas tortuosas en verdad no busca,
su senda no es oblicua ni torcida.


Si su enemigo terriblemente contra él sube
y le amenaza, huye entonces de su territorio.
Y si el roque con hostilidad le arremete
y de aposento en aposento le persigue,
hay veces que de su presencia huye
y veces hay en que sus turbas le protegen.

Si se matan todos ellos entre sí,
uno al otro aniquila con gran saña.
Los héroes de ambos reyes
son vulnerados sin que haya sangre derramada.
A veces prevalecen sobre ellos los cusitas,
y ante éstos los idumeos huyen;
hay veces en que predomina Edom, y los cusitas
con su rey en el combate desfallecen.
En la trampa que le tienden al rey es capturado
sin clemencia, es atrapado en sus redes
y no hay refugio para salvarse ni escape,
ni hay huida a ciudad amurallada o de asilo;
junto al enemigo es condenado y derribado;
sin salvador, se dirige dando tumbos a la muerte.
Por él todo su ejército moriría,
se pondrían como rescate a cambio de su vida.
Quien era su gloria ya partió, y no son nada
cuando reparan en que ya fue derrotado su señor.
Pero vuelven a luchar una segunda vez
y hay para todos sus muertos resurrección.



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