Las partidas inmortales pueden no
ser las mejores jugadas en la historia, o puede que con el repaso de jugada por
jugada le encontremos imperfecciones; sin embargo, en ellas se guarda cierta
magia y brillantez que ha logrado su transmisión de generación en generación.
En los últimos dos siglos varias
partidas han llevado el apelativo de Inmortal, sin embargo hay algunas que son constantes en los estudios y el anecdotario. Así los referentes son La Inmortal
(Anderssen) La Siempreviva, La inmortal de Zukertort, La Inmortal de Rubinstein, La Inmortal del Zugzwang.
Hablar de partidas inmortales
está intrínsecamente ligado con la Escuela Romántica del Ajedrez. Ésta daba una
serie de parámetros que pretendían moldear los elementos que debían tener las
partidas de ajedrez. Se buscaba belleza, genialidad, ataque y armonía en las combinaciones.
La Escuela Romántica ototga un papel primordial a las combinaciones, las fija como
centro fundamental de una partida de ajedrez. Busca además el ataque y contraataque,
ver piezas tomándose, sacrificios e intensidad en los movimientos. No es coincidencia
que en el apogeo de La Escuela Romántica nacieran la mayoría de las grandes
partidas que se han denominado como Inmortales,
pues fue esta escuela la que causó ese culto a las partidas que mostraban esa
genialidad y belleza en las combinaciones.
Sería un error pensar que las
mejores partidas jugadas en todos los tiempos son las Partidas Inmortales. Pero sería también un error más grave pensar que las Inmortales no poseen la magia que amerita sean llamadas así. Hay quienes las estudian y encuentran los errores de las
jugadas; sin embargo es imposible borrarles todo el simbolismo romántico que
encierran. Es un deleite verlas.
El gusto que conduce a un jugador
a repasar las combinaciones de estas partidas, y el sentido estético que
brindan, hacen de ellas un saber destinado a compartirse entre aficionados y
maestros. Difícilmente alguien que esté imbuido en el mundo del ajedrez no
conoce o ha escuchado hablar de La
Inmortal de Anderssen. Es porque el ajedrez, además de juego, es creación e
inventiva, y podemos observar belleza y armonía en una partida, lo cual hace de
ella un deleite. Cuando una partida presenta un alto nivel de belleza, perdurará para su transmisión.