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JAVIER VARGAS

cdmx México

Visitas: 120        Comentarios:
2017-06-07 16:57:52
 
Un desconocido en el Café de la Regence
 

Un desconocido en el Café de la Regence

Por Javier Vargas Pereira

París, Francia, Café de la Regence, septiembre de 1858. Un joven de aproximadamente 20 años, de facciones finas, mediana estatura, con gesto serio se acercó a uno de los meseros y le dijo: - “Soy forastero y deseo jugar una partida con el mejor ajedrecista de este lugar, ¿podría indicarme quién es? A lo que el empleado respondió: “El señor Daniel Harrwitz está ahí, le preguntaré si está dispuesto.” Acto seguido se dirigió a donde éste estaba y le comunicó el deseo del joven, a lo que, con cierta displicencia, el interpelado dijo que sí aceptaba. Daniel Harrwitz (1823- 1884) tenía tanta fama de invencible como de despiadado en el tablero. Nacido en Alemania, fue uno de los jugadores más fuertes de su tiempo. Disputó duelos individuales con Staunton, Anderssen y Lowenthal. Así, mientras acomodaban las piezas, se acercaron varios curiosos.

-        “Y bien, queréis jugar,” ¿eh?, dijo Harrwitz, con tono de autosuficiencia, y agregó: – “No lo hago por menos de dos francos, pero puedo ofreceros ventaja.”

-        “Acepto vuestras condiciones”, respondió el desconocido, “pero jugaremos mano a mano.”

-        “Muy bien, os doy la salida, entonces.”

-        “No, la sortearemos,” insistió el muchacho, extendiendo ambos brazos con las manos cerradas”.

En aquel tiempo el Café de la Regence era uno de los lugares más concurridos de París. Fue fundado en 1681. Primero se llamó, Café de la Place du Palais-Royal, y en 1715 pasó a ser De La Regence. En 1854 se cambió a la cercana calle Saint Honoré, número 167, donde funcionó hasta 1916. La historia dice que en ese lugar se conocieron el político y pensador Karl Marx (1818- 1883) y el filósofo Friedrich Engels (1820- 1895). También se sabe que en el siglo XVIII, el escritor y pensador Juan Jacobo Rousseau (1712- 1778), así como el político Maximilien de Robespierre (1758- 1794) solían jugar con Francois Danican Philidor (1726- 1795), considerado el mejor ajedrecista del mundo en aquella época. Otro comensal habitual fue el afamado jugador Kerman de Legal (1710- 1792), quien competía por dinero. En la primera mitad del siglo antepasado, asistían los afamados ajedrecistas Alexandre Dechapelles (1780- 1847) y Louis Charles Mahé de Labourdonnais 1797- 1840).

La partida entre el joven desconocido y el más fuerte competidor del lugar empezó más o menos equilibrada, pero tensa, lo que concitó la atención de los espectadores. Ambos contendientes llegaron al medio juego con igualdad de fuerzas.

-        “No está mal”, acotó Harrwitz, no está del todo mal, pero vais a perder un alfil. Vamos, por esta vez podéis regresar la jugada.”

-        “Ya está jugado, señor, yo no regreso, es un sacrificio,” respondió el joven.

-        “¿Ah, sí? Para daros placer, lo suprimo”

-        “Eso es arriesgado, señor,” respondió el muchacho, realizando una brillante combinación que le redituó una clara ventaja.

Así las cosas, Harrwitz examinó perplejo la posición, se restregó la nariz y exclamó molesto: - “¡Esto va mal!. Tal vez he jugado con negligencia. Me rindo. Ahora jugaremos en serio, tengo la salida…”

Pero el desconocido jugó la siguiente partida con igual aplomo y eficacia. Los numerosos testigos vieron con satisfacción y entusiasmo la humillación a Harrwitz. Desconcertado, como en la partida anterior y tras unas cuantas jugadas, éste tuvo que volver a inclinar su rey en señal de rendición.

-“Sois muy bueno, muchacho, pero no os reconozco aun como maestro mío hasta que un match lo haya demostrado”, dijo con gesto grave.

- “Estoy a vuestra disposición, señor”, respondió el desconocido, ante lo cual Harrwitz preguntó: -“¿De dónde eres y cómo os llamáis?

-“Soy norteamericano y mi nombre es Paul Morphy”. (Síntesis de una crónica publicada en la Revista Mexicana de Ajedrez, de mayo de 1936). Como es sabido, Morphy (1837- 1884) fue uno de los grandes genios del ajedrez. Se caracterizó por sus brillantes combinaciones, por su juego alegre y sobre todo por sus ataques espectaculares.

Poco tiempo después de este encuentro, Harrwitz y Morphy jugaron un match de revancha, con resultado de 2.5 a 5.5 a favor del estadounidense. Esta es una de las partidas.

Blancas: Paul Morphy

Negras: Daniel Harrwitz

París, Francia, 1858.

Defensa Philidor.

 

1.e4 e5 2.Cf3 d6 3.d4 exd4 4.Dxd4 Cc6 5.Ab5 Ad7 6.Axc6 Axc6 7.Ag5 f6 8.Ah4 Ch6 9.Cc3 Dd7 10.0–0 Ae7 11.Tad1 0–0 12.Dc4+ Tf7 13.Cd4 Cg4 14.h3 Ce5 15.De2 g5 16.Ag3 Tg7 17.Cf5 Tg6 18.f4 gxf4 19.Txf4 Rh8 20.Th4 Af8 21.Axe5 fxe5 22.Tf1 De6 23.Cb5 Dg8 24.Tf2 a6 25.Cxc7 Tc8 26.Cd5 Axd5 27.exd5 Tc7 28.c4 Ae7 29.Th5 De8 30.c5 Txc5 31.Txh7+ Rxh7 32.Dh5+ Rg8 33.Cxe7+ Rg7 34.Cf5+ Rg8 35.Cxd6, rinden negras, 1-0.



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