Prudencia, valor y autocontrolPor Javier Vargas Pereira Puesto
que el ajedrez es un juego de guerra, los aspectos psicológicos también
tienen incidencia en el desempeño de los contendientes. Hay partidas
cuyo resultado tiene una gran importancia, sobre todo cuando es
indispensable ganar para obtener los primeros lugares. Esto suele
provocar preocupación y tensión, puesto que cualquier error puede ser
decisivo. En tales circunstancias se requiere serenidad y dominio de sí,
prudencia y audacia, cautela y valor, todo a la vez. El poeta italiano
Pietro Trapassi (1698- 1782) dijo: “Fortuna y audacia van siempre
juntos.” El
primero en considerar los aspectos psicológicos de la lucha
ajedrecística fue el filósofo, matemático y ex campeón Mundial de
ajedrez, Emanuel Lasker, quien dijo que “tras la vida de las piezas,
está el individuo con su carácter, y que no se pueden comprender los
secretos de la contienda ajedrecística si se prescinde de la psicología,
las inclinaciones y el carácter del individuo,” Y agregó que el ajedrez
es, ante todo, “una lucha entre dos personalidades, entre dos
intelectos. En el tablero compiten hombres y no piezas de madera,”
subrayó. Por su parte, el psicólogo y ajedrecista ruso, Nikolas Krogius,
en un artículo publicado en el boletín de ajedrez Radio Rebelde,
de Cuba, año 1982, dijo: “El éxito acompañó frecuentemente a aquellos
jugadores que conjugaron la actividad con una conocida precaución. Junto
a los componentes corrientes del éxito: precaución, objetividad en la
evaluación de las posiciones, penetración psicológica, se requiere un
dominio de sí y el saber sostener la situación hasta el final.” En
el tablero, como en la vida, es necesario equilibrar las nociones más
exactas sobre la lucha y tomar decisiones eficaces, lo que se consigue,
entre otros factores, combinando la serenidad, la sabiduría y el valor.
El ensayista francés Michel de Montaigne (1533- 1592) dijo: “El signo
más cierto de la sabiduría es la serenidad constante.”  Según
la filosofía oriental, todo tiene su medida adecuada. Esto consiste en
la necesidad de combinar la firmeza con la flexibilidad, la prudencia
con la audacia. En los momentos críticos hay que actuar con cautela y no
precipitarse. Las tendencias extremas no sólo se encuentran en el
ámbito político; generalmente provocan desastres en cualquier campo de
la actividad humana. Manteniendo el equilibrio y evitando la
exageración, es posible mitigar el efecto de las influencias negativas y
evitar la reacción contra la acción positiva. Esto depende del
autocontrol y la audacia en el decidir y en el actuar. El escritor
español Baltazar Gracián (1601- 1658) aconsejó: “Pon un gramo de audacia
en todo lo que hagas.” También en El libro del cambio,
se lee: “Cuanto mayor sea tu poder personal, mayor será tu necesidad y
responsabilidad hacia ti mismo y hacia los demás de mantener tu
autocontrol y potenciar las cualidades internas que dan sentido y
dirección a tu actuar. El control adecuado es un ingrediente esencial
del éxito, y la persona con éxito es aquella que sabe cómo esperar el
momento oportuno antes de actuar. Será fácil equivocarse si actuamos
impulsados por nuestra implicación en una situación para cuyo manejo no
estamos preparados, o por impulsos internos que no podemos controlar.”
En su tiempo, el poeta griego Hesíodo (siglo VIII a.C.) dijo: Sé
prudente. Lo mejor de todo es escoger la ocasión.” También el novelista y
premio Nobel de literatura francés, Anatole France, (1844- 1924) dijo:
“El hombre prudente no espera ni teme nada de los inciertos
acontecimientos del futuro.” El
valor ante el tablero es indispensable, sobre todo en los momentos
críticos. El ajedrecista y psicólogo V. Blumenfeld, demostró que el modo
de pensar del ajedrecista se distingue por su evidencia, matiz
emocional y tensión volitiva; señaló además, el carácter práctico de
dicho pensamiento, por cuanto las ideas y los movimientos que se
realizan están directamente relacionados. En
toda partida de ajedrez inciden factores muy diversos. Por eso, conocer
las cualidades personales propias y las del adversario tiene gran
importancia. A
propósito de la actitud en el combate, el también psicólogo, B. Treplov
escribió: “Grandes jefes militares sólo pueden ser aquellos en las
cuales estas propiedades contrarias: la precaución y el valor,
constituyen una unidad en sus decisiones, dando lugar a una nueva
cualidad que sería más lógico nombrar con una expresión que sonaría un
poco rara, “el valor precavido”. No se puede pensar en que aquí se habla
de un cierto “intermedio dorado”, sobre una cualidad intermedia entre
la intrepidez y la precaución. No sería correcto pensar que en los
grandes jefes militares la intrepidez se ve disminuida, se debilita, se
contiene por la precaución. Al contrario: la precaución, la elevada
crítica de esta idea le dan la posibilidad de ir a una intrepidez tal de
la decisión que, fuera de esto, ni imaginarse puede.” Con razón el
poeta y ajedrecista argentino Jorge Luis Borges dijo: “Entre las cosas
hay una de la que no se arrepiente nadie en la tierra. Esa cosa es haber
sido valiente.” También el filósofo griego Epícteto (55- 135 d. C.)
afirmó: “La prudencia es el más excelso de todos los bienes.” Es más, el
dramaturgo español Pedro Calderón de la Barca (1600- 1681) dijo: “El
valor es hijo de la prudencia, no de la temeridad.” Acaso por eso el
científico y ajedrecista Albert Einstein (1879- 1955) aconsejó: “No
intentes ser un hombre de éxito. Intenta ser un hombre de valor.”
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